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CHICAGO




Está a punto de chover en Chicago... e nos meus ollos, escribiu o corresponsal enviado a cubrir a cousa de Obama hai sete días. Escribiu tamén: veñen os teus labios á miña boca ao despertar; entre todas as mulleres busco os teus dedos e só encontro frío, frío; non podo vivir sen a túa voz. Foi un desliz. Enviou a unha dirección electrónica equivocada aquela carta. O redactor, preso doutro desliz, incluíu aquela misiva na edición do diario. Os lectores non daban creto a aquela declaración de amor en medio de tantos datos e análises. O director, evidentemente, chamou ao corresponsal e ao redactor. Dixo que prescindía dos seus servizos. A profesionalidade e o amor van en dirección contraria. O corresponsal en Chicago quedou en evidencia diante dos lectores, desprestixiado como periodista, e no paro, como tres millóns de españois. Estaban o redactor e o corresponsal nun bar purgando tristezas, bebéndose a noite. ¿Como editaches a carta, como non me chamaches, como foi posible? Iso preguntaba o corresponsal. O redactor mirouno despois de inxerir, atragantado, unha copa de ron barato. Díxolle que foi consciente do que facía. Que estaba desesperado por culpa dunha relación (que palabra tan horrenda), un abandono, esas cousas que pasan a diario e que seguen a mover (máis que Obama) o mundo. Díxolle que el non sabía escribir como o corresponsal e que nunca lera unha carta de amor tan marabillosa. O corresponsal comentoulle que estaba escribindo unha novela e que a carta formaba parte do argumento, nada máis. Que enviara equivocadamente aquel correo. Foi o mesmo que declarou ao director do periódico. Ninguén o creu. E, non obstante, era verdade. Marcharon, borrachos. Ao día seguinte, á sección de cartas ao director, chegou correspondencia estraña. Grazas por Chicago, escribiron varios lectores. O amor, máis que Obama, segue a mover o mundo. Por fortuna.

Xosé Carlos Caneiro (Artículo aparecido en la Voz de Galicia)

Suena: I'm Sorry - Brenda Lee

Comentarios

pelona ha dicho que…
Incrible, gracias
Victor Balcells Matas ha dicho que…
Gracias por tu comentario. Me animó mucho en su momento. Ya lo sabes: dudar es escribir, si no se duda no merece la pena hacerlo. Espero que sigas actualizando; si ocurre avísame y te seguiré leyendo. Un saludo [también para Nano (que no deje de llamarme si en algún momento viene a Salamanca!)]

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Descreído

Soy un descreído, o eso creo. Soy un descreído porque cuando dan las noticias la gente pone cara de sorpresa, mientras yo sólo acierto a encoger los hombros. Soy un descreído porque cuando tu me hablas de amor yo sólo pienso en sexo. También soy un descreído porque me molesta que sólo te hable de la última noticia que ha salido en los deportes, o porque cuando digo que volveré pronto tu aún sigues esperando. Y sin embargo creo que sólo soy un descreído porque cuando pienso que te quiero... siempre acabo enredándome en mis dudas. Qué difícil es guardar la distancia adecuada.

A VECES

A veces, voces... dicen que te quiero, sólo a veces. Será porque te pienso... y ríes, en la lluvia... y nos besamos. o se caen puños de arena... y gaviotas con voz de caracola. También, en algún café de alguna ciudad oscura y fría, me cuentas cómo te ha ido todo, y alegras las gotas de lluvia que juegan a las carreras por los cristales. Sucede que entonces, a veces, creo que ya no te quiero Y eres sólo un cuerpo muerto cubierto entre sábanas sucias. Pero, otras veces, siempre, ocurre que todo vuelve al principio, y entonces,a veces, voces… dicen que te quiero, sólo a veces. Carlos. Suena: Please be patient with me - Wilco

Cigarrettes

Acostumbro a mirarte a los ojos mientras fumo. Sin embargo hoy me han abandonado los interlocutores. Así, frente a mi tan sólo tengo postales familiares recortadas en marcos de plata. Mi mirada perdida y las pocas ganas de pensar. Observo mi última calada desde una perspectiva alojada en la ilusión de mis ojos. Es curioso como el humo tiende a alcanzar diversas formas. Primero tan sólo es un fino hilo extendiéndose hacia la infinidad de la atmósfera, después se masturba en poliedros concéntricos recalcando su circularidad. Altos techos italianos con huellas de nicotina, la horizontalidad del universo tumbado en un diván.